Todas las personas tienen derechos. Ésa es la esencia de nuestra humanidad. Cada persona tiene el deber de alzar su voz, no sólo para reclamar sus propios derechos, sino también los de sus semejantes, y de contribuir a hacer realidad la visión de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Es el espíritu de la solidaridad internacional, el verdadero significado de unos derechos humanos universales e indivisibles.
Quizá nos suene algo lejano "luchar por los derechos humanos", pero la realidad es que esa lucha tiene nombres y apellidos.
Hollman Morris es un periodista colombiano muy conocido en su país. El programa de televisión que dirige, "Contravía" ha puesto de manifiesto aspectos delicados de la situación del país, como asesinatos y secuestros de campesinos y desapariciones forzadas a manos de los Paramilitares. Él acaba de recibir un mensaje de correo electrónico de un autodenominado Frente Patriótico Nacional en el que le comunicaban que en una rifa le había tocado un ataúd por ser miembro de la guerrilla, antipatriota e informante. Ese es el precio que algunos le quieren poner a defender los Derechos Humanos.
Mucha gente como esta no tiene nada mejor que hacer que poner en peligro su vida y luchar por una causa importante. Pues no, tienen razón. No hay nada más urgente que dar voz al que pide ayuda para defender sus derechos. Derecho a no ser perseguido por pertenecer a una minoría étnica. Derecho a no ser perseguido por ser homosexual y a que tu nombre no aparezca en una lista negra. Derecho a ejercer la abogacía en nombre de los más necesitados. Derecho a publicar noticias y opiniones. Derechos básicos para la dignidad del ser humano que en Europa nadie siquiera discutiría y que, sin embargo, el defenderlos te puede costar la vida en muchos lugares del mundo. Y los que peligran son seres humanos. Tienen nombres y apellidos. Tienen un rostro que nos mira y nos pregeunta: ¿Quieres saber qué hacemos, día a día para que los Derechos Humanos sean una realidad en el mundo?
¿Qué haces tú?
Quizá nos suene algo lejano "luchar por los derechos humanos", pero la realidad es que esa lucha tiene nombres y apellidos.
Hollman Morris es un periodista colombiano muy conocido en su país. El programa de televisión que dirige, "Contravía" ha puesto de manifiesto aspectos delicados de la situación del país, como asesinatos y secuestros de campesinos y desapariciones forzadas a manos de los Paramilitares. Él acaba de recibir un mensaje de correo electrónico de un autodenominado Frente Patriótico Nacional en el que le comunicaban que en una rifa le había tocado un ataúd por ser miembro de la guerrilla, antipatriota e informante. Ese es el precio que algunos le quieren poner a defender los Derechos Humanos.
Mucha gente como esta no tiene nada mejor que hacer que poner en peligro su vida y luchar por una causa importante. Pues no, tienen razón. No hay nada más urgente que dar voz al que pide ayuda para defender sus derechos. Derecho a no ser perseguido por pertenecer a una minoría étnica. Derecho a no ser perseguido por ser homosexual y a que tu nombre no aparezca en una lista negra. Derecho a ejercer la abogacía en nombre de los más necesitados. Derecho a publicar noticias y opiniones. Derechos básicos para la dignidad del ser humano que en Europa nadie siquiera discutiría y que, sin embargo, el defenderlos te puede costar la vida en muchos lugares del mundo. Y los que peligran son seres humanos. Tienen nombres y apellidos. Tienen un rostro que nos mira y nos pregeunta: ¿Quieres saber qué hacemos, día a día para que los Derechos Humanos sean una realidad en el mundo?
¿Qué haces tú?
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